Traducido por Pepe Latorre
El homer que Jorge Polanco le conectó a Tarik Skubal en la cuarta entrada del juego del domingo hizo saltar por los aires el techo retráctil del Parque T-Mobile de Seattle. Dejó a todos boquiabiertos. No es lo normal en Polanco. Es bueno como para lograr unos cuatro cuadrangulares al año cuando batea como diestro. Esta temporada conectó 26 cuadrangulares, pero 21 de ellos vinieron desde el lado izquierdo del plato. Solo en 2019 (6) y 2021 (9, en la temporada de su vida y cuando conectó un total de 33 palos de vuelta entera), Polanco ha conectado más de cinco cuadrangulares contra zurdos. Su swing está muy orientado al contacto desde ese lado, e incluso después de aumentar un poco la velocidad de su swing desde ese lado este año, solo alcanzó las 75 millas por hora (el umbral que establece Statcast para etiquetar los swings como veloces) en el 5.3% de sus turnos a la derecha
Sin embargo se podía esperar algo así. Polanco había forzado a Skubal a recurrir a su slider al dejar pasar su cambio, y Skubal lo dejó justo en el centro del plato. Cuando le das un slider a alguien que se prepara para tu recta, pero está en la zona de acierto, lo normal es que te la identifiquen con tiempo y con buen pie. Y Polanco lo hizo. El lanzamiento llegó a poco menos de 92 mph y su swing de 72.4 mph lo mandó por encima de la valla del jardín central izquierdo. No fue un esfuerzo promedio, pero Polanco estaba haciendo lo que hacen los buenos bateadores cuando se las arreglan para ponerse en una situación favorable y los lanzadores cometen un error.
Lo cierto es que en la sexta, Polanco subió lo apuesta todavía más y nos dejó todavía más sorprendido. Le conectó otro cuadrangular a Skubal cuando el este le atacó con una bola sumergida a 99 mph. Sí, el lanzamiento no tuvo la mejor de las localizaciones. Sí, Polanco ya le había conectado un cuadrangular. Aun así, no es lo normal. Usó un swing a 75 mph para responder al lanzamiento y sacarlo del parque. Ya había conectado un bambinazo desde el lado derecho con un swing similar este año, pero llegó ante un lanzamiento quebrado a 80 mph. Llevar el barril a lo que es básicamente la velocidad más alta que puede alcanzar con un lanzamiento a 99 mph es un pequeño milagro. Polanco no tuvo ningún swing de más de 74 mph contra lanzamientos zurdos de ni siquiera 95 mph durante la temporada regular.
Esa es la clave: no estamos en la temporada regular. Una de las ventajas de los datos de Statcast, que siguen apareciendo y nos revelan el juego de forma más íntima, es que ahora podemos ver dónde los jugadores se esfuerzan más allá de lo que normalmente les es posible. Podemos documentar sus cambios de enfoque y rendimiento con cada vez más detalle. Es cierto que algunos de esos cambios serán tendencias a lo largo de la temporada, producto de un entrenamiento intensivo y dirigido a unos objetivos concretos. Otros, sin embargo, serán el producto inmediato de algo más: presión, euforia y terror. En resumen, ahora podemos ver la adrenalina en las cifras.
Volví a 2023 y analicé a todos los peloteros que tuvieron al menos 100 swings competitivos para equipos de postemporada durante la segunda mitad y al menos 10 swings competitivos en octubre. La siguiente gráfica compara sus velocidades de bate en la temporada regular con las de la postemporada. Los puntos azules representan las velocidades de bate de cada jugador, representadas con la temporada regular en el eje x y postemporada en el eje y. La línea roja muestra cómo se vería si todos los peloteros tuvieran exactamente la misma velocidad de swing en la segunda y en la primera. La línea negra es la línea de tendencia que describe los datos reales.
Mmmm… Es interesante, pero la forma en que se cruzan las líneas nos indica que es difícil demostrar una relación estable. Para la mayoría de los bateadores parece que la velocidad de swing es mayor en octubre, pero hacia el extremo superior de la distribución la tendencia se debilita ligeramente. Sin embargo también puedo decirle lo siguiente: el promedio ponderado (comparando solo las velocidades de swing de estos jugadores de la temporada regular con las de la postemporada) aumentó de 72.0 a 72.4 mph ese octubre. De los 105 bateadores que conformaron mi muestra, 52 aumentaron al menos 0.5 millas por hora su velocidad de swing mientras que solo 22 perdieron al menos esa cantidad.
Repetí el estudio para 2024 y aquí están los resultados en forma de gráfica.
Las líneas no están muy separadas en ningún punto, pero es aún más claro: la negra es más alta. La velocidad de swing promedio ponderada en mi muestra de 115 jugadores fue de 71.9 mph en la temporada regular y de 72.2 mph en postemporada. El otoño pasado 51 peloteros aumentaron al menos 0.5 mph en velocidad de bateo y solo 30 la perdieron. En ambas temporadas los máximos en el extremo superior fueron más altos que en los extremos bajos.
Este año, hasta ahora, las cosas parecen bastante parecidas (esto se debe a los partidos que se jugaron el sábado, y a que reduje el límite de swings competitivos requerido a 5 para encontrar una muestra de tamaño similar).
Sabemos que los lanzadores tiran con más fuerza en octubre que al final de la temporada regular. No es que descubran una nueva habilidad para lanzar con fuerza, sino que se acercan más a su velocidad máxima. Además, los equipos generalmente seleccionan solo a los lanzadores que creen que aún tienen potencial para la postemporada. Podemos decir lo mismo sobre los bateadores con bastante confianza. Es cierto que batear es un arte reactivo y un solo swing no puede decir tanto como un solo lanzamiento sobre la capacidad de un jugador. La velocidad del bate se estabiliza increíblemente rápido. Es similar a la velocidad del lanzamiento o a la habilidad para encuadrar los lanzamientos. No hace falta esperar demasiado para ver si algo es real.
Esto no es sorprendente, por supuesto. No es de extrañar que haya bateadores cuyos bates se queden atrás (puede que sea el final de su primera y larga temporada profesional o como resultado de una lesión persistente contra la que luchan con valentía), pero en general, esperaríamos ver swings más rápidos en la locura de octubre. Hay lanzamientos más duros, pero también hay un publico ruidoso y entregado que lo da todo en cada lanzamiento. Hay electricidad en el ambiente. También en los peloteros. A algunos bateadores les costará, por las razones mencionadas, aprovechar eso. Otros optarán por mantenerse extremadamente centrados y batear de la misma manera que en abril, es el único proceso en el que confían. Mantener la cabeza fría y las pulsaciones bajas. Para otros, sin embargo, dejar entrar un poco de la energía del momento puede elevarlos y llevarlos a lugares que normalmente no pueden alcanzar. Eso es lo que hace que el béisbol de postemporada sea tan extraordinario: lo imposible es posible. Vimos un poco de esto en Seattle el domingo por la noche y veremos mucho más antes de que termine este mes.
The post Un chute de adrenalina appeared first on Baseball Prospectus.